«Después que murió mi papá, yo lloraba todos los días, me recluía en mi apartamento y ya no veía a mis amigos. El Dr. Faigenbaum me ayudó a superar un duelo que parecía insuperable. Todavía pienso en papá cada día, pero siento que he vuelto a ser el dueño de mi vida.»
A. R. 27 años.